De un lado, un cuadro de jugadores profesionales liderados en mayor o menos medida por Roger Federer, Rafael Nadal y Andy Roddick. Del otro, la heterodoxia de Etienne de Villiers, con reformas que no tienen otro objetivo que engrandecer el circuito de la ATP (para engrandecer el dinero que circula en el circuito ATP). Etienne de Villiers podría tranquilamente ser acusado de dirigir la ATP con ojos empresariales: quiere acrecentar el negocio del tenis y crear torneos más grandes, apostar a mercados estratégicos y repartir más dinero para contentar a los jugadores. De hecho es un ex ejecutivo de Disney.
Etienne de Villiers tiene grandes cambios en mente. Los jugadores, padecen un ligero impulso de conservadurismo ante reformas que incluyen: drástica reformas en el calendario de torneos, reestructuración de categorías de torneos, lo que incluye una reorganización en el sistema de puntos otorgados, en el que la superficie de tierra batida, perdería parte de su peso. Latinos e ibéricos se sienten amenazados. No resulta anormal que el conflicto genere titulares como:
Rebelión en el tenis masculino
La rebelión de tenistas que pone en jaque al circuito
Nadal encabeza la rebelión contra la ATP
El dilema, no es otro que la búsqueda del equilibrio entre el deporte y el negocio.
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