Cada año, nada parece tan estable como el número uno del mundo Roger Federer en su trono inamovible. Y como cada año, la generación posterior de talentos tenísticos, se ilusiona con desbancar a su líder indiscutido. Roger Federer, viene de su año menos perfecto en su carrera perfecta dentro del número uno. La efectividad para ganar partidos alcanza un 88,3% en 2007, una cifra relativamente floja para la perfección a la que nos acostumbra, pero un porcentaje soñado por cualquier jugador de elite. El análisis deja pensar que el dominio del circuito de Federer, consiste precisamente en aparentar flaqueza en lo que para cualquier jugador tendría ribetes de hazaña. Roger tuvo su año "más flojo", y le alcanza para estar cómodo en el trono.
Los potenciales y sedientos candidatos al trono ATP, no pasan los 22 años y hoy parecen los conocidos de siempre: Nadal, Djokovic y el paso fuerte de Gasquet, que intentan pisarle los talones a quien no muestra ni el talón. Así es Federer, aquel que sorprende cuando pierde. Pero ante tal deidad, y por el bien del circuito, no faltan quienes creen en lo posible, y buscan aprovechar el costado humano de Federer, aquel que lo muestra falible, aunque sea por momentos.
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